Rua dos douradores, Premio Adonáis 2002, es su primer poemario. Su título responde al nombre de una calle lisboeta a la que hace referencia Fernando Pessoa en El libro del desasosiego. Al igual que su protagonista, Bernardo Soares -semiheterónimo del poeta portugués-, González da Costa se siente impulsado a hablar de sus experiencias cotidianas, sobre todo a partir del encuentro con el dolor, ante el que tiende a mantener una actitud estoica; el último verso de su poemario no puede ser más explícito: «y el dolor nos desnuda hasta lo idéntico».
Debido al desconcierto que le produce el hecho de vivir, el joven poeta ofrece un libro inmerso en la perplejidad, sin base esperanzadora sólida en la que asentarse, lo que se manifiesta en frecuentes interrogaciones. Desde que se despierta cada día, no sabe, no entiende, no disfruta de la vida puesto que esta lo envuelve con sus enigmas y sus paradojas; inquietudes que el autor intenta reflejar eliminando continuamente la anécdota, el suceso específico en sí, y dotando a su poesía de alcance universal.
Ajenos a las modas actuales, estamos ante una serie de textos que responden a una orientación existencialista, expuesta a una interpretación metafísica de la realidad y, también, a un enfoque religioso del sinvivir.
El lector, sin duda, reconocerá en este libro diversas voces de la poesía portuguesa -junto a la de Pessoa, las de Mario de Sá-Carneiro, Camilo Pessanha, Ruy Belo…- y española -san Juan de la Cruz, Pedro Salinas, Blas de Otero y otros autores más jóvenes- además del peruano César Vallejo y la del alejandrino Constantinos Kavafis, que confluyen en la del poeta, engrandeciéndolo y dotándolo de una expresividad muy en consonancia con las ideas que desarrolla.
Sobre un lenguaje conversaciones, directo, repetitivo, González da Costa construye un mundo desconcertante, en el que se dan la mano muchas de las grandezas e inseguridades de la condición humana.
Fuente del texto: Solapas del libro.