Entra el calor del sol por la persiana
a medias. Marzo, manso, se termina.
Algo como una nueva luz germina
por dentro de la luz de la mañana.
Te levantas temprano. En la ventana,
un viento leve eleva la cortina
como si hubiera un pájaro en la fina
tela atrapado. Y tocan la campana.
Reconoces el sólido sonido
que poco a poco va cambiando, triste,
el aire que respiras a desgana.
Tocan, tocan y tocan la campana.
Y piensas en aquellos que quisiste,
aquellos que quisiste. Y que se han ido.